Acción performática sobre el amor y las relaciones amorosas bajo una mirada encarnada. Mientras desde un grabador una cinta repetía una y otra vez la “Canción de tomar el té” de María Elena Walsh, voy vistiendo una muñeca con un chaleco de carne. Enciendo una estufa a gas y caliento una placa de acero para asar carne. Coloco la muñeca para asarla pero acabo comiéndola cruda, sin darle tiempo a la carne de estar “a punto”. En un juego de palabras entre el juego de tomar té enseñado a las niñas, y los juegos amorosos de relaciones posesivas, propongo reflexionar críticamente sobre el amor en tiempos apresados, donde la urgencia del consumo no permite madurar las relaciones. Donde nos devoramos estando “crudos”, aun infantes, como el Dios Cronos, devorando a sus hijos. |